La Torre del Canónigo,
Small Luxury Hotel, parte del grupo hotelero Badebles
Hotel, tiene una suerte de ubicación pero también de historia entre sus paredes. En pleno corazón de Dalt Vila, núcleo histórico de Ibiza y espacio nombrado
Patrimonio Mundial por la UNESCO, su edificio original -que hoy alberga el
hotel principal- se sitúa sobre las antiguas murallas renacentistas que forman parte de la antigua acrópolis romana de la capital pitiusa.
Con un total de tres edificios y un total de 24 habitaciones y suites, este pintoresco hotel boutique, parte del sello Small Luxury Hotels, se presenta como el enclave perfecto para descubrir la Ibiza más autóctona sin renunciar a la accesibilidad del resto de la isla. Además, su remodelación ha corrido a cargo del vanguardista estudio de Lázaro Rosa-Violán, que ha respetado al máximo la historia del lugar, buscando una conexión con el huésped y la singularidad que caracteriza sus trabajos, generando una exclusividad única.
En consecuencia, el hotel dispone de unas increíbles vistas panorámicas de la bahía y el puerto desde su Torre, especialmente disfrutables desde su restaurante Corsario Restaurant & Terrace. Con un nuevo chef ejecutivo al frente esta temporada, el cubano Liván Valdés buscará unir la sublimación que caracteriza al producto local de este establecimiento con un sorprendente concepto de vanguardia fruto de su experiencia previa Londres y Madrid.
La isla de la energía creativa
De hecho, este establecimiento -ya icónico en la isla- toma su nombre del antiguo hotel y también parte donde hoy se ubica La Torre del Canónigo, que fue casa de multitud de reuniones de intelectuales y artistas internacionales. Antaño casa de piratas, el Corsario se convirtió en los 60 en la sede del grupo Ibiza 59, un colectivo de artistas residentes en la isla formado por Hans Laabs, Antonio Ruiz, Katja Meirowsky o Bob Munford; un total de nueve artistas que se reunieron por iniciativa de Emil Schillinger -que acababa de abrir el alojamiento homónimo en la antigua casa Tur “Cossari”- y que declararon este espacio galería de arte.
Así, y con una finalidad puramente expositiva, realizaban una muestra individual una vez al mes y otra colectiva anualmente. Como consecuencia, artistas de la talla de Miró, Juan Genovés, Eusebio Sempere o Pancho Tossío expusieron allí, dotando de una dimensión a su actividad y poniendo en el mapa este pequeño enclave, que luego sirvió de inspiración a tantos artistas de diferentes disciplinas.