Gärna Art Gallery inaugura la primera exposición del artista Fernando de Ana el próximo 20 de febrero
Destaca por su serie de resina y neón, combinación sin complejos en la que ambos elementos conviven en formas geométricas Fernando de Ana en Gärna Art Gallery Madrid, 2020.- La arquitecta e interiorista Laura Gärna, tras más de 10 años trabajando en el mundo del arte, ha desarrollado una estrecha relación con artistas, galerías ycoleccionistas privados nacionales e internacionales. Por ello, ha creado Gärna Art Gallery junto a su socio Enrique García, un espacio donde diferentes artistas emergentes encuentran la oportunidad de exponer sus obras, ya sean pictóricas, escultóricas o fotográficas. En este afán por dar visibilidad a artistas con un gran potencial, Gärna Art Gallery (Jorge Juan, 12 callejón) presenta INSHINE, la primera exposición del artista Fernando de Ana, con una propuesta llena de carisma, originalidad y frescura que podrá visitarse entre el 20 de febrero y el 20 de abril. La exposición INSHINE, de Fernando de Ana Mirar un cuadro. Mirarse. En un cuadro. Dentro. Las obras de Fernando de Ana ponen el acento en el poder de la resina, material del que ya es un referente, para captar la atención del espectador. Estamos ante un juego de seducción. Uno divertido, sensual. Serio. Un juego en el que quizá, si te atreves, acabes descubriendo cosas de ti mismo/a que antes no veías. Obra de Fernando de Ana Y esta interacción solo depende de dos, en realidad: tú y tu sombra. Para ello, para conectar la parte luminosa con la zona oscura del alma, los cuadros de Fernando de Ana se ofrecen como canal de comunicación. Un catalizador. Un viaje donde hay de reflejos, transparencias, diferentes intensidades, brumas, límites geométricos, riesgos. También distorsiones: porque lo esencial no es lo que hay, sino qué sentido le otorgas. Otro elemento importante de las obras de Fernando de Ana es el neón, que multiplica las contradicciones y ambivalencias de la resina. Una original y novedosa variable que altera la ecuación, como también ocurre en la vida: los colores cambian si está encendido o apagado, las paradojas de multiplican, la confusión debe ser asumida como parte del todo. El neón no es más que un recordatorio, al fin y al cabo, de la propia fragilidad y el paso del tiempo. Para que todo este universo sea posible, Fernando de Ana apela a tu mirada. No puede ser de otro modo. No hay obra hasta que no miras. No hay luz sin oscuridad. Y no es fácil: hay que ser muy valiente para ver, con honestidad, de qué estás hecho. Sobre al artista y su obra Si existe un gen del arte, Fernando de Ana (Talavera de la Reina, 1979) y licenciado en Bellas Artes, lo lleva consigo. Desde que nació ha estado rodeado de óleo y lápices, espátulas y aguarrás. Pertenece a la tercera generación de una saga de artistas que comenzó a principios del siglo XIX con su tío abuelo, José Pérez, pintor y primer director del Museo de Arte de Cádiz, y siguió con su padre, Juan Carlos Jiménez, también pintor y Doctor en Bellas Artes. Si sus antepasados se deleitaban con la luz y los bodegones, Fernando de Ana ha querido explorar también otros lenguajes más contemporáneos, trabajando primero como ilustrador –ha recibido varios premios internacionales- y creador de dibujos animados, para más tarde empaparse del diseño y la vanguardia holandesa, país pionero en este campo, donde compaginaba su labor artística con la de director de arte durante más de una década. Su trabajo ha estado expuesto en Praga, Bolonia, Ámsterdam o Londres, entre otras ciudades y ha sido seleccionado y galardonado en diferentes certámenes de arte. De esa trasversalidad de influencias y de esa simbiosis de referencias clásicas y vanguardistas, llega ahora su madurez como artista. Alejado de su zona de confort, el artista apuesta por un lenguaje propio en el que las emociones priman sobre lo metálico. Su modo de estar en el mundo palpita en su obra: las relaciones humanas marcadas por el sexo, la soledad y la melancolía, la ansiedad como catalizador del arte, las obsesiones girando en espiral, la repetición de patrones, el morbo agitado con la ternura infinita, la Inocencia frustrada que aun así respira, lo conmovedor como motor. La obra de Fernando de Ana responde a un proceso creativo maduro, construido a lo largo de varias décadas explorando diferentes formatos, donde el material, el sentido y el sentir van en la misma dirección. ‘Forbbiden carnal’, su elegante serie en resina y neón, se ha convertido ya en un exponente al combinar sin complejos un material aparentemente frío y de límites geométricos con la calidez y la sensualidad de la luz, de modo que ha conseguido que ambos elementos intercambien naturalezas. Fernando de Ana El autor se desnuda a través de esta minuciosa técnica y nos habla de su mundo interior, sus contradicciones y sus miedos, todo ello atravesado por Eros y Thanatos, el placer y el dolor, la contradicción como génesis misma de la vida. Cada obra de ‘Forbbiden Carnal’ muestra un aspecto de las relaciones sentimentales, un instante en la relación con el otro, siempre compleja y necesaria: la flecha del primer contacto visual, la vulnerabilidad propia, la seducción como tótem y motor, la mentira y lo decadente, la caricia como antídoto a la soledad. Nada mejor que la resina, el color y la simbiosis de la geometría con el neón para expresar todo este universo sensitivo, que no solo busca conectar con lo bello y lo terrible del espectador, sino seducirle a él también.