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ESQUÍ Y ENCANTO MEDIEVAL EN JACA: DESCUBRE LA JOYA DEL PIRINEO ARAGONÉS

Aunque la primavera comienza a teñir de verde los valles, la nieve aún corona las cumbres del Pirineo Aragonés, convirtiendo Jaca en un destino ideal para una escapada que combina la emoción del esquí con el encanto de una ciudad con siglos de historia. Aprovechemos los últimos copos para deslizarnos por las pistas cercanas, pero reservemos también un día para descubrir los secretos que Jaca esconde entre sus calles empedradas y sus mesas repletas de manjares.

La leyenda cuenta que Jaca fue fundada por Aznar Galíndez I, conde de Aragón, en el siglo VIII, convirtiéndose en la primera capital del Reino de Aragón. Su nombre, según algunos historiadores, podría derivar del latín «Iaca», que significa «estar acostado», haciendo alusión a su ubicación a los pies de las montañas. Esta rica historia se respira en cada rincón de su casco antiguo, declarado Conjunto Histórico-Artístico. Un día sin esquí en Jaca es un viaje en el tiempo. La imponente Catedral de San Pedro, una joya del románico aragonés, nos recibe con su sobria belleza y su rica colección de arte sacro. Pasear por la calle Mayor, flanqueada por casas señoriales con balcones de madera, nos transporta a épocas de mercaderes y artesanos. La Ciudadela, una espectacular fortaleza pentagonal del siglo XVI, nos invita a recorrer sus baluartes y a disfrutar de las vistas panorámicas de la ciudad y las montañas circundantes.

Perderse por las estrechas callejuelas, descubrir pequeñas plazas con encanto como la Plaza del Marqués de la Cadena o la Plaza de Biscós, y admirar la arquitectura tradicional aragonesa es un placer para los sentidos. No podemos dejar de visitar el Museo Diocesano de Jaca, ubicado en el antiguo seminario, que alberga una valiosa colección de pintura y escultura medieval. La gastronomía jaquesa es otro de sus grandes atractivos. Tras una jornada en la nieve o un día de exploración urbana, nada como reponer fuerzas con los contundentes platos de montaña. La sopa de ajo, la chireta (un embutido de cordero), el ternasco asado y las migas son solo algunas de las especialidades que encontraremos en sus acogedores restaurantes. Para los más golosos, la torta Ansotana o los ferreretes (almendras garrapiñadas) son un dulce final perfecto. Acompañar la comida con un vino del Somontano completa una experiencia culinaria auténtica.

 

Y al caer la tarde, la vida local se concentra en sus bares y tabernas, donde se pueden degustar tapas y vinos en un ambiente relajado y familiar. Jaca, con su combinación de nieve, historia, leyendas y sabores intensos, es mucho más que un destino de esquí: es una puerta de entrada al corazón del Pirineo Aragonés que invita a ser descubierta en cada estación.

Inés Alvarez

Writer & Blogger