Hay una leyenda que dice que la piel grasa presenta menos arrugas a lo largo que los años, en comparación con la piel seca. Pero, ¿es realmente así?
Existen tres tipos de piel genéricos, la seca, la grasa y la que muchos denominan piel mixta. Un término que alude a la distribución de la grasa facial de manera irregular, según las zonas. Partiendo de esta idea, cabe destacar que “esto se refiere sobre todo a la piel del rostro, puesto que, de manera generalizada, es mucho más grasa que la del cuerpo, ya que presenta un número mayor de glándulas sebáceas”, explica Sonia Ferreiro, cosmetóloga y biotecnóloga, responsable técnica de Ambari Beauty.
La experta añade a su afirmación que: “Esas glándulas sebáceas suelen tener especial presencia en lo que comúnmente denominamos zona T y que recoge la frente, la nariz y el mentón, presentándose en algunas personas también en las mejillas”.
Analizamos en detalle cómo afecta el volumen de producción de grasa a cada piel y cómo compensarlo para evitar efectos negativos con el paso del tiempo.
Comparando la piel grasa con la seca
¿Qué es mejor: tener la piel grasa o la piel seca? Pues en realidad, parece ser que, sin ánimo de ser alarmistas, en realidad no es mejor una opción que la otra, “siendo el escenario ideal el equilibrio de sebo presente en el rostro. Así, la piel trabaja en un balance óptimo y cumple todos sus mecanismos de trabajo y funciones orgánicas”, expone Bella Hurtado, directora técnica de Boutijour.
Por una parte, las pieles secas son conocidas por sufrir una falta de hidratación, en ocasiones, debido a que tienen su barrera hidrolipídica comprometida. “Esa falta de humectantes y emolientes puede producir efectos adversos como son las rojeces, el acné-rosácea o las cascadas de envejecimiento por rotura de cadenas de colágeno al tener la piel desequilibrada”, argumenta Estefanía Nieto, directora técnica de Omorovicza.
Sin embargo, esto no implica que las pieles grasas tengan más ventajas que las secas, sino que pueden sufrir de afecciones diferentes. “Una piel con una producción excesiva de sebo puede desencadenar procesos inflamatorios, pigmentación producida tras procesos inflamatorios o una inactividad celular debido a que la piel se relaja creyendo que la producción de grasa la equilibra, lo que puede provocar arrugas o descolgamiento facial al perderse la síntesis natural de colágeno”, explica Raquel González, cosmetóloga y directora de educación de Perricone MD.
Cómo envejece una vs cómo envejece la otra
La leyenda popular dice que una piel grasa envejece mejor, aunque esto no es del todo cierto. Según Marta Agustí, responsable de prescripción de rutinas y asesora técnica de Purenichelab.com, las pieles grasas presentan una mejor función barrera en épocas como la menopausia, cuando el cambio de estrógenos suele producir una seborregulación masiva. »Aquellas con mayor tendencia grasa, suelen notar menos efectos de resequedad porque tienen un remanente que suple la carencia que aparece».
En este sentido, mientras que una piel seca suele presentar envejecimiento debido a la falta de hidratación, lo cual puede revelar arrugas y una piel menos rica en colágeno y elastina, las pieles grasas pueden presentar un aspecto similar, lo único que el camino hasta esos efectos visibles es diferente.
En el equilibrio está la solución
Parece algo claro pero luego no es tan fácil descubrir cómo llevarlo a cabo. Al final, lo más importante es el equilibrio. Intentar evitar zonas más grasas que otras y sin llegar a seborregular en exceso para no acabar en el bando contrario, con una piel sensibilizada. En este sentido, existen varias opciones cosméticas que pueden ayudar a seborregular el tejido cutáneo.
Empezaremos por aquellos menos habituales en nuestra cosmética: el ácido alga lipoico. Su nombre suena a ácido, no es exfoliante, aunque sí es un poderosísimo seborregulador, además de un gran antioxidante.
También sorprende que determinados aceites, como el de jaboba o el de semilla de kukui ayuden con este objetico. Poseen una base lipídica que dejan un acabado seco y reducen los niveles de grasa con un uso cotidiano del ingrediente. Por otro lado, la niacinamida no solo calma y ayuda a evitar la pigmentación en la piel, sino que, además, nivela la cantidad de sebo que producimos.
Luego encontramos a los famosísimos ácidos exfoliantes, donde se encuentran los alfahidroxiácidos como el glicólico, de bajo peso molecular y poderoso exfoliante por ser capaz de romper las cadenas de células muertas de forma más profunda. Sin embargo, el ácido exfoliante estrella es un betahidroxiácido que muchos conoceremos: el ácido salicílico. “Además de exfoliar, tiene una maravillosa capacidad para penetrar en los poros y eliminar el exceso de sebo, a la vez que ayuda a regular su producción”, argumenta Estefanía Nieto, de Omorovicza.
Las arcillas son otros ingredientes maravillosos cuando se trata de regular. Determinadas, como la blanca, la rosa u otros lodos, como el Moor, ayudan a retirar el exceso de sebo de la piel. ¿Cómo lo hacen? “Al aplicar el producto sobre el tejido, la porosidad de la arcilla absorbe esa grasa. Esto ocurre también con los carbones activados”, expone Ana Yuste, responsable de formación de Aromatherapy Associates.
Por último, los retinoides son seborreguladores por excelencia. Desde el famoso retinol en sí, hasta la estrella de ellos, el retinal o retinaldehído, cuya capacidad de nivelar la producción sebácea es mucho mayor y, además, tiene acción antibacteriana, lo que evita los procesos acneicos.