Se trata de un gesto más que común y que, sin embargo, tiene consecuencias que no son del todo favorables
¿Te aplicas el limpiador como si se tratara de eliminar una mancha casi imborrable? Pues ten cuidado, es un gesto que solemos hacer a menudo con mucha fuerza y que los profesionales determinan como »muy masculino». Lejos de etiquetar por género, hay otro bastante común. Aplicarse una crema en movimientos circulares y apretando.
Tendemos a pensar que este masaje cutáneo es esencial, que de esa fuerza depende la penetración del producto en nuestra piel o que los gestos activan la juventud. Nada más lejos de la realidad. De hecho, esta fricción es, según afirma Ana Yuste, responsable técnica de Aromatherapy Associates, “fuente de aparición de arrugas por repetición”. Analizamos cómo sí y cómo no aplicar los productos cosméticos para evitar una posible incorrecta aplicación que dé lugar a un envejecimiento marcado.
¿Cómo NO aplicar los productos y por qué?
Algunos de los productos que utilizamos a diario deben hacerse desplazándolo, como el limpiador, la crema hidratante o una mascarilla. Tal y como indica Estefanía Nieto, directora técnica de Omorovizca, »siempre con gestos ascendentes y acariciando la piel. No debemos apretar. En cuanto notemos que estamos moviendo el tejido, será que estamos presionando en exceso”. Sonia Ferreira, cosmetóloga, biotecnóloga y directora técnica de Ambari, añade que »al hacerlo con una ligera caricia, permitiremos que penetren o traten, pudiendo eliminar impurezas o hidratar según el cosmético del que se trate».

Estas son las tres razones fundamentales para no hacerlo como estamos acostumbrados. Según Raquel González, cosmetóloga y directora de educación de Perricone MD: “Si desplazamos, aparecen arrugas mecánicas que, al soltar la piel, desaparecen. Sin embargo, si este gesto lo repetimos en cada rutina de cuidado, podemos incentivar arrugas que aparecerán por costumbre. Igual que se forman arrugas por cómo nos reímos o si fumamos, podemos potenciarlas según cómo apliquemos nuestros cosméticos”.
La segunda razón atañe, sobre todo, a quienes tengan una piel sensible o sensibilizada. “Este tipo de pieles deben evitar el contacto lo máximo posible. Si presionamos, podemos alterar el ritmo circulatorio fomentando ciertos procesos inflamatorios. Esto es algo muy común en pieles con rosácea, eccemas o psoriasis, por ejemplo”, añade Isabel Reverte, directora técnica de lafirma Rosalique, especializada en pieles sensibles.
Como última razón fundamental, está el posible aumento en la producción de grasa. “Cuanto más masajeamos la piel, podremos fomentar la actividad de las glándulas sebáceas. Al hiperactivarse, podrán producir más sebo. Es por ello que el contacto se debe reducir al mínimo siempre y, especialmente, en pieles grasas o con tendencia al acné”, concluye Elisabeth San Gregorio, directora técnica de Medik8.
